ARTÍCULO DE OPINIÓN: UNA LECTURA IMAGINATIVA DEL “QUIJOTE” POR PAUL AUSTER
Hoy también puede
ser un buen día para recordar la admiración de Paul Auster por Miguel de
Cervantes y su Don Quijote de la Mancha. Sabemos que el autor
norteamericano elogió muchas veces al autor español y sabemos también que
su obra pertenece a la estirpe cervantina, por la naturaleza de sus héroes y
por el empleo de sus técnicas literarias.

En la obra
cervantina está en germen todo lo que la ficción narrativa ha desarrollado
posteriormente y Auster lo recrea en sus novelas magistralmente: los límites
entre realidad y ficción, la relación entre lectura y escritura, el juego entre
autor y narrador, la interpolación de una historia en otra, la ironía y la
parodia como recursos narrativos,... Incluso en varias de sus
novelas hace referencia a la obra de Cervantes. Por ejemplo, en la
cervantina La ciudad de cristal, en su capítulo 10, se recoge esta lectura
imaginativa de Don Quijote que cuenta el personaje Auster al
protagonista Quinn, un moderno héroe caballeresco.
[…] Había pan y
mantequilla, más cerveza, cuchillos y tenedores, sal y pimienta, servilletas y
tortillas, dos, rezumando en unos platos blancos. Quinn comió con descarada
voracidad, devorando la comida en lo que parecía cuestión de segundos. Después
hizo un gran esfuerzo para calmarse. Las lágrimas acechaban misteriosamente
detrás de sus ojos y su voz temblaba al hablar, pero de alguna manera consiguió
dominarse. Para demostrar que no era un ingrato egocéntrico, empezó a
preguntarle a Auster por su trabajo. Auster se mostró algo reticente, pero al
fin reconoció que estaba trabajando en un libro de artículos.El que estaba
escribiendo en aquel momento versaba sobre Don Quijote.
—Uno de mis libros
favoritos —dijo Quinn.
—Sí, mío también. No
hay nada comparable.
Quinn le preguntó
por el ensayo.
—Supongo que podría
considerarse especulativo, ya que en realidad no pretendo demostrar nada. De
hecho, está escrito irónicamente. Una lectura imaginativa, supongo que
podríamos llamarlo.
—¿Cuál es su tesis?
—Principalmente
tiene que ver con la autoría del libro. Quién lo escribió y cómo lo escribió.
—¿Hay alguna duda?
—Por supuesto que
no. Pero me refiero al libro dentro del libro que Cervantes escribió. El que
imaginó que estaba escribiendo.
—Ah.
—Es muy sencillo.
Cervantes, no sé si lo recuerda, se esfuerza mucho por convencer al lector de
que él no es el autor. El libro, dice, lo escribió en árabe Cide Hamete
Benengeli. Cervantes describe cómo descubrió por azar el manuscrito un día en
el mercado de Toledo. Contrató a alguien para que se lo tradujera al castellano
y después se presenta a sí mismo únicamente como el corrector de la traducción.
De hecho, ni siquiera puede garantizar la exactitud de la traducción.
—Y sin embargo luego
dice —añadió Quinn— que la de Cide Hamete Benengeli es la única versión
auténtica de la historia de don Quijote. Todas las otras versiones son fraudes,
escritas por impostores; insiste mucho en que todo lo que se cuenta en el libro
sucedió realmente.
—Exactamente.
Porque, después de todo, el libro es un ataque a los peligros de la simulación.
No podía fácilmente presentar una obra de la imaginación para hacer eso,
¿verdad? Tenía que afirmar que era real.
—Sin embargo,
siempre he sospechado que Cervantes devoraba aquellos viejos libros de
caballería. No puedes odiar algo tan violentamente a menos que una parte de ti
lo ame también. En cierto sentido, don Quijote no era más que un doble de
Cervantes.
—Estoy de acuerdo.
¿Qué mejor retrato de un escritor que mostrar a un hombre que ha quedado
embrujado por los libros?
—Precisamente.
—En cualquier caso,
puesto que se supone que el libro es real, de ello se deduce que la historia
tiene que estar escrita por un testigo ocular de los sucesos que en ella
ocurren.
Pero Cid Hamete, el
autor reconocido, no aparece nunca. Ni una sola vez afirma estar presente
cuando los sucesos tienen lugar. Por lo tanto, mi pregunta es ésta: ¿quién es
Cide Hamete Benengeli?
—Sí, ya veo adonde
quiere ir a parar.
—La teoría que
planteo en el artículo es que en realidad es una combinación de cuatro personas
diferentes. Sancho Panza es el testigo, naturalmente. No hay ningún otro
candidato, ya que es el único que acompaña a don Quijote en todas sus
aventuras. Pero Sancho no sabe leer ni escribir. Por lo tanto no puede ser el
autor. Por otra parte, sabemos que Sancho tiene un gran don para el lenguaje. A
pesar de sus necios despropósitos, les da cien vueltas hablando a todos los
demás personajes del libro. Me parece perfectamente posible que le dictara la
historia a otra persona, es decir, al barbero y al cura, los buenos amigos de
don Quijote. Ellos pusieron la historia en correcta forma literaria, en
castellano, y luego le entregaron el manuscrito a Simón Carrasco, el bachiller
de Salamanca, el cual procedió a traducirlo al árabe. Cervantes encontró la
traducción, mandó pasarla de nuevo al castellano y luego publicó el libro, Don
Quijote de la Mancha.
—Pero ¿por qué se
tomarían Sancho y los otros tantas molestias? —Curar a don Quijote de su
locura. Querían salvar a su amigo. Recuerde que al principio queman sus libros
de caballería, pero eso no da resultado. El Caballero de la Triste Figura no
renuncia a su obsesión. Entonces, en un momento u otro, todos salen a buscarle
con distintos disfraces (de dama en apuros, de Caballero de los Espejos, de
Caballero de la Pálida Luna) con el fin de atraer a don Quijote a casa. Al
final lo consiguen. El libro no era más que uno de sus trucos. La idea era
poner un espejo delante de la locura de don Quijote, registrar cada uno de sus
absurdos y ridículos delirios, de tal modo que cuando finalmente leyese el
libro viera lo erróneo de su conducta.
—Me gusta.
—Sí. Pero hay una
última vuelta de tuerca. Don Quijote, en mi opinión, no estaba realmente loco.
Sólo fingía estarlo. De hecho, él mismo orquestó todo el asunto. Recuerde que
durante todo el libro don Quijote está preocupado por la cuestión de la
posteridad. Una y otra vez se pregunta con cuánta precisión registrará su
cronista sus aventuras. Esto implica conocimiento por su parte; sabe de
antemano que ese cronista existe. ¿Y quién podría ser sino Sancho Panza, el
fiel escudero a quien don Quijote ha elegido para ese propósito? De la misma
manera, eligió a los otros tres para que desempeñaran los papeles que les había
destinado. Fue don Quijote quien organizó el cuarteto Benengeli. Y no sólo
seleccionó a los autores, probablemente fue él quien tradujo el manuscrito
árabe de nuevo al castellano. No debemos considerarle incapaz de tal cosa. Para
un hombre tan hábil en el arte del disfraz, oscurecerse la piel y vestirse con
la ropa de un moro no debía ser muy difícil. Me gusta imaginar la escena en el
mercado de Toledo. Cervantes contratando a don Quijote para descifrar la
historia del propio don Quijote. Tiene una gran belleza.
—Pero aún no ha
explicado por qué un hombre como don Quijote desorganizaría su vida tranquila
para dedicarse a un engaño tan complicado.
—Ésa es la parte más
interesante de todas. En mi opinión, don Quijote estaba realizando un
experimento. Quería poner a prueba la credulidad de sus semejantes. ¿Sería
posible, se preguntaba, plantarse ante el mundo y con la más absoluta
convicción vomitar mentiras y tonterías? ¿Decirles que los molinos de viento
eran caballeros, que la bacinilla de un barbero era un yelmo, que las
marionetas eran personas de verdad? ¿Sería posible persuadir a otros para que
asintieran a lo que él decía, aunque no le creyeran? En otras palabras, ¿hasta
qué punto toleraría la gente las blasfemias si les proporcionaban diversión? La
respuesta es evidente, ¿no? Hasta cualquier punto. La prueba es que todavía
leemos el libro. Sigue pareciéndonos sumamente divertido. Y eso es en última
instancia lo que cualquiera le pide a un libro, que le divierta.
Auster se recostó en el sofá, sonrió con cierto irónico placer y encendió un cigarrillo. Era evidente que estaba disfrutando, pero a Quinn se le escapaba la naturaleza precisa de aquel placer. Parecía una especie de risa muda, un chiste que no llegaba a su culminación, un regocijo sin objetivo. Quinn estaba a punto de decir algo en respuesta a la teoría de Auster, pero no tuvo ocasión. Justo cuando abrió la boca para hablar fue interrumpido por un entrechocar de llaves en la puerta principal, el sonido de la puerta al abrirse y luego cerrarse de golpe y una algarabía de voces. La cara de Auster se animó al oírlas. Se levantó de su asiento, se disculpó con Quinn y fue rápidamente hacia la puerta.
Comprensión de texto
01. ¿Cuál es la
principal razón por la que Paul Auster admira a Miguel de Cervantes y su obra
'Don Quijote de la Mancha'?
a. Por la crítica social y política implícita en
las narrativas.
b. Por el profundo análisis psicológico de los
personajes secundarios.
c. Por la semejanza en la naturaleza de
sus héroes y el uso de técnicas literarias.
d. Por la extensión y el número de personajes de sus obras.
02.Según el texto,
¿cuál de las siguientes técnicas narrativas, presentes en la obra cervantina,
NO es recreada por Paul Auster en sus novelas?
a. Los límites entre realidad y ficción.
b. La descripción detallada de paisajes
naturales.
c. La interpolación de una historia en otra.
d. La ironía y la parodia como recursos narrativos.
03. De acuerdo con la
estrategia narrativa de Cervantes mencionada en el texto, ¿quién es presentado
como el autor original de 'Don Quijote'?
a. Sancho Panza, el fiel escudero de Don Quijote.
b. El protagonista Quinn, un moderno héroe
caballeresco.
c. Cide Hamete Benengeli, un supuesto
historiador árabe.
d. Don Quijote mismo, quien orquestó todo el engaño.
04. Según la teoría
que Paul Auster plantea en su artículo, ¿quiénes conforman en realidad a Cide
Hamete Benengeli?
a. El Duque, la Duquesa, Don Quijote y Sancho
Panza.
b. Sancho Panza, el barbero, el cura y el
bachiller Simón Carrasco.
c. Miguel de Cervantes, Paul Auster, Quinn y Sancho
Panza.
d. Don Quijote, Sancho Panza, el Ama y la Sobrina.
05. De acuerdo con la teoría más interesante de Paul Auster, ¿cuál era el
propósito principal del 'experimento' que Don Quijote supuestamente llevaba a
cabo?
a. Poner a
prueba la credulidad de sus semejantes y ver hasta qué punto tolerarían las
'blasfemias' si les proporcionaban diversión.
b. Demostrar la
superioridad de la locura sobre la razón.
c. Obtener fama y
reconocimiento como el mejor caballero andante.
d. Criticar la
sociedad de su tiempo y sus injusticias.
Nenhum comentário:
Postar um comentário