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segunda-feira, 14 de julho de 2025

HOMENAJE: EN RECUERDO DE PAUL AUSTER - CON CLAVE DE RESPUESTAS

 HOMENAJE: EN RECUERDO DE PAUL AUSTER

 

Ayer murió Paul Auster, uno de los grandes novelistas de los últimos cuarenta años. Esta entrada quiere rendir homenaje al escritor que nos ha acompañado durante muchas horas de lectura y que, sin duda, siempre nos ha hecho disfrutar por su enorme talento a la hora de narrar y crear historias y nos ha invitado a reflexionar sobre esas cuestiones vitales y existenciales que siempre nos preocupan a los humanos (la amistad, el amor, la soledad, el azar, el miedo o la locura). 

Fuente: https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEj054F_Az9BNAgVA0Nsp0SfolsV3-Bjk7MzeAEqoolEC2issGLOl00DY5pE9wbWATMGNGrgE82_UMW2upss5tcfSfbJ2HTdKoMHjBLBF7gW6pQp5w6xLAKzseNeh2BALB6JAp2ANI4UqgP2rHchCE9FEO7NQTawum8Gbyrti1MCmcmAH-aPpkD_6MrAnoQ/s1600/pAUL.jpg


Cualquiera de los comienzos de sus novelas podría ser una estupenda invitación a la lectura de este autor estadounidense. Desde La invención de la soledad, la primera,  a Baumgartner, la última, pasando por El libro de las ilusiones o Leviatán o El palacio de la luna o 4, 3, 2, 1, cualquiera atrapa al lector en un mundo del que ya no puedes salir igual que has entrado. 

He elegido las primeras páginas de Ciudad de cristal, novela de su Trilogía de Nueva York, porque plasman a la perfección muchas de esas constantes temáticas y estilísticas del autor. Para los lectores del blog, muchos de ellos muy jóvenes, puede ser una magnífica forma de entrar en ese personal mundo de Auster.

        

      Todo empezó por un número equivocado, el teléfono sonó tres veces en mitad de la noche y la voz al otro lado preguntó por alguien que no era él. Mucho más tarde, cuando pudo pensar en las cosas que le sucedieron, llegaría a la conclusión de que nada era real excepto el azar. Pero eso fue mucho más tarde. Al principio, no había más que el suceso y sus consecuencias. Si hubiera podido ser diferente o si todo estaba predeterminado desde que la primera palabra salió de la boca del desconocido, no es la cuestión. La cuestión es la historia misma, y si significa algo o no significa nada no es la historia quien ha de decirlo.

         En cuanto a Quinn, no es preciso que nos detengamos mucho. Quién era, de dónde venía y qué hacía tienen poca importancia. Sabemos, por ejemplo, que tenía treinta y cinco años. Sabemos que había estado casado, que había sido padre y que tanto su esposa como su hijo habían muerto. También sabemos que escribía libros. Para ser exactos, sabemos que escribía novelas de misterio. Escribía estas obras con el nombre de William Wilson y las producía a razón de una al año aproximadamente, lo cual le proporcionaba suficiente dinero para vivir modestamente en un pequeño apartamento en Nueva York. Como no dedicaba más de cinco o seis meses a una novela, el resto del año estaba libre para hacer lo que quisiera. Leía muchos libros, miraba cuadros, iba al cine. En verano veía los partidos de béisbol en la televisión; en invierno iba a la ópera. Más que ninguna otra cosa, sin embargo, le gustaba caminar. Casi todos los días, con lluvia o con sol, con frío o con calor, salía de su apartamento para caminar por la ciudad, sin dirigirse a ningún lugar concreto, sino simplemente a donde le llevaran sus piernas.

         Nueva York era un espacio inagotable, un laberinto de interminables pasos, y por muy lejos que fuera, por muy bien que llegase a conocer sus barrios y calles, siempre le dejaba la sensación de estar perdido. Perdido no sólo en la ciudad, sino también dentro de sí mismo. Cada vez que daba un paseo se sentía como si se dejara a sí mismo atrás, y entregándose al movimiento de las calles, reduciéndose a un ojo que ve, lograba escapar a la obligación de pensar. Y eso, más que nada, le daba cierta de paz, un saludable vacío interior. El mundo estaba fuera de él, a su alrededor, delante de él, y la velocidad a la que cambiaba le hacía imposible fijar su atención en ninguna cosa por mucho tiempo. El movimiento era lo esencial, el acto de poner un pie delante del otro y permitirse seguir el rumbo de su propio cuerpo. Mientras vagaba sin propósito, todos los lugares se volvían iguales y daba igual dónde estuviese. En sus mejores paseos conseguía sentir que no estaba en ningún sitio. Y esto, en última instancia, era lo único que pedía a las cosas: no estar en ningún sitio. Nueva York era el ningún sitio que había construido a su alrededor y se daba cuenta de que no tenía la menor intención de dejarlo nunca más.

         En el pasado Quinn había sido más ambicioso. De joven había publicado varios libros de poesía, había escrito obras de teatro y ensayos críticos y había trabajado en varias traducciones largas. Pero bruscamente había renunciado a todo eso. Una parte de él había muerto, dijo a sus amigos, y no quería que volviera a aparecérsele. Fue entonces cuando adoptó el nombre de William Wilson. Quinn ya no era la parte de él capaz de escribir libros, y aunque en muchos sentidos Quinn continuaba existiendo, ya no existía para nadie más que para él.

         Había seguido escribiendo porque era lo único que se sentía capaz de hacer. Las novelas de misterio le parecieron una solución razonable. Le costaba poco inventar las intrincadas historias que requerían y escribía bien, a menudo a pesar de sí mismo, como sin hacer ningún esfuerzo. Dado que no se consideraba autor de lo que escribía, tampoco se sentía responsable de ello, y por lo tanto no estaba obligado a defenderlo en su corazón. William Wilson, después de todo, era una invención, y aunque había nacido dentro del propio Quinn, ahora llevaba una vida independiente. Quinn le trataba con deferencia, a veces incluso con admiración, pero nunca llegó al punto de creer que él y William Wilson fueran el mismo hombre. Por esta razón no asomaba por detrás de la máscara de su seudónimo. Tenía un agente, pero nunca le veía. Sus contactos se limitaban al correo, y con ese propósito Quinn había alquilado un apartado en la oficina de correos. Lo mismo ocurría con el editor, que le pagaba todos sus honorarios y derechos a través del agente. Ningún libro de William Wilson incluía una fotografía del autor o una nota biográfica. William Wilson no aparecía en ninguna guía de escritores, no concedía entrevistas y todas las cartas que recibía las contestaba la secretaria de su agente. Que Quinn supiera, nadie conocía su secreto. Al principio, cuando sus amigos se enteraron de que había dejado de escribir, le preguntaban de qué pensaba vivir. Él les contestaba a todos lo mismo: que había heredado un fondo fiduciario de su esposa. Pero la verdad era que su esposa nunca había tenido dinero. Y la verdad era que él ya no tenía amigos.

         Hacía ya más de cinco años. Ya no pensaba mucho en su hijo y recientemente había quitado la fotografía de su mujer de la pared. De vez en cuando, sentía de repente lo mismo que cuando tenía al niño de tres años en sus brazos, pero eso no era exactamente pensar, ni siquiera era recordar. Era una sensación física, una impronta que el pasado había dejado en su cuerpo y sobre la cual él ya no tenía control. Estos momentos se producían cada vez con menos frecuencia y en general parecía que las cosas habían empezado a cambiar para él. Ya no deseaba estar muerto. Al mismo tiempo, no se puede decir que se alegrara de estar vivo. Pero por lo menos no le molestaba. Estaba vivo, y la persistencia de este hecho había empezado poco a poco a fascinarle, como si hubiera conseguido sobrevivirse, como si en cierto modo estuviera viviendo una vida póstuma. Ya no dormía con la lámpara encendida y desde hacía muchos meses no recordaba ninguno de sus sueños.

 Comprensión de texto


01. ¿Qué motivó la elección de "Ciudad de cristal" para rendir homenaje a Paul Auster?

   a. Es la novela más famosa del autor.

   b. Plasma perfectamente las constantes temáticas y estilísticas del autor.

   c. Es la última novela que escribió antes de su muerte.

   d. Es la novela favorita de los lectores del blog.

02. Según el texto, ¿cuál fue el origen del suceso que dio inicio a la historia de Quinn en "Ciudad de cristal"?

   a. Un encuentro casual en la calle.

   b. Un número de teléfono equivocado.

   c. Una carta misteriosa.

   d. Un sueño recurrente.

03. ¿Qué hacía Quinn durante la mayor parte del año cuando no estaba escribiendo sus novelas de misterio?

   a. Viajaba por el mundo.

   b. Daba clases de escritura.

   c. Leía, iba al cine, veía béisbol y ópera, y caminaba por la ciudad.

   d. Se dedicaba a investigar casos criminales.

04. ¿Qué representaba Nueva York para Quinn cuando salía a caminar?

   a. Un lugar lleno de oportunidades y nuevas amistades.

   b. Un espacio inagotable y un laberinto donde se sentía perdido.

   c. Un refugio seguro lejos de sus problemas.

   d. Una fuente de inspiración para sus novelas.

05. ¿Por qué Quinn utilizaba el seudónimo de William Wilson para sus novelas de misterio?

     a. Quería proteger su identidad de sus fans.

     b. Una parte de él había muerto y no quería ser responsable de esas obras.

     c. Su editor le exigió un nombre diferente para ese género.

     d. William Wilson era el nombre de un amigo cercano.

 

 

 

 

domingo, 13 de julho de 2025

HOMENAJE: EN LA DESPEDIDA DE ANTONIO FERRES - CON CLAVE DE RESPUESTAS

 HOMENAJE: EN LA DESPEDIDA DE ANTONIO FERRES

 Como homenaje a Antonio Ferres, fallecido ayer en Madrid a los noventa y seis años, os invito a leer un par de textos suyos. Ferres fue un autor que sufrió la censura franquista y vivió fuera de los círculos literarios de la crítica y de los medios oficiales e institucionales y eso le valió la marginación y el olvido, recompensas muy frecuentes en nuestra historia de la literatura.

Fuente: https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhK490V8-ftrtW1xHnqRyD9GbqUyVpzV_1Qe7dQvHtjKvE131uUrqh3iciQq1MQZBKC0Haiex4W48K-8SLnobBEmgNptFO-bJ02wO_QWEzbPKfy88QY0pKBXkmA4Wimm7oiR8W08fBGevwhDfrhJfImpiDiI6WcxWTKNi88WqhHSaUUmXvru9AlUbhKo6U/s1600/LaPiqueta.jpg


 El primer texto es un fragmento de La piqueta, la novela que publicó en 1959 y que supuso que fuera considerado como uno de los autores más representativos del realismo social español. La adscripción a este grupo de novelistas sociales hizo que la crítica no prestara después atención a sus siguientes obras.

La piqueta se ambienta en el mundo de las chabolas que surgieron en el Madrid de los años cincuenta originado por la pobreza y el éxodo rural. Entre Usera y Orcasitas, asistimos a la historia de una pobre familia a la que se ha comunicado que en el plazo de quince días se va a demoler con piqueta la chabola en la que viven. Los personajes que deambulan por la novela, víctimas de la guerra y del sistema, entre moscas y ratas, nos muestran la pobreza, el desamparo social, la opresión, la soledad, la insatisfacción, el analfabetismo o el machismo, tan característicos de la sociedad española de entonces. Todo se relata con un estilo transparente, fluido, que recuerda lo mejor de la tradición del realismo español, desde Baroja a Sender o Max Aub.
El fragmento pertenece al principio de la novela, el capítulo III de la primera parte, y retrata muy bien una problemática que aún sigue de actualidad más de sesenta años después: los desahucios, la emigración, la injusticia.

 

 

La tierra aparecía seca, con grietas pequeñas, amarillenta por la parte en que daba el sol. Se notaba que venía el verano. Al llegar a los cardos, delante de las chabolas recién blanqueadas, Maruja se cambió la cántara de mano. Tenía la mirada perdida en el campo. Se quedaba con el pensamiento suspendido, sin escuchar nada. Le daba vueltas y más vueltas a lo que había ocurrido el domingo por la tarde con aquel chico.

Su madre le miró desde la puerta, y le gritó:

—Estás como tonta. No sé qué te pasa.

La muchacha siguió, con la cántara vacía, hacia la fuente. El campo brillaba con la mañana de primavera. Era esa mezcla de campo y de pueblo; el descampao revuelto de casuchas. Las posibles calles caían en cuestas suaves. Las paredes parecían más rojas o más blancas a la luz del día; algunas enseñaban los agujeros de sus ladrillos huecos, las celdillas, porque no estaban revocadas y parecían panales de miel, colmenas abiertas. Una casa tenía una tela metálica delante de la ventana y los vecinos habían dejado a un gatillo preso entre el cristal y los alambres. Se oían los maullidos del gato pequeño; lloraba como un niño chico. En la fuente había muchas moscas y las avispas zumbaban alrededor de los charcos y los regueros de agua. Se oía gran algarabía. Una mujer que estaba en el centro del corro de gente que rodeaba el caño, no paraba de hablar.

—¿Qué pasa? —le preguntó Maruja a la última.

—No sé. Dicen que van a tirar las chabolas que han hecho las últimas, que no quieren que venga más gente de los pueblos.

Maruja la miró para ver qué debía contestar. Pensó que la mujer hablaba como las que eran de Madrid. No sabía.

—Mi padre se ha venido aquí para buscar trabajo, en el pueblo sólo se trabaja cuando la recolección, por la aceituna —dijo Maruja.

—Algunos dicen que los de los pueblos habéis llegao a comernos el pan —dijo la mujer. Era alta, huesuda y estaba despeinada.

Maruja calló. Estuvo esperando su turno. Se puso a pensar en el próximo domingo, en el chico que tenía la cicatriz debajo de la mejilla. Se sentó en el suelo, en un espacio que estaba seco, junto a la cántara vacía.

Por el cielo venían las nubes manchadas de luz. Corrían por el azul firmamento de la primavera. Se fue la muchacha cambiando de sitio, conforme avanzaba la fila de mujeres. Tres chicos pequeños se pusieron a jugar en el barro, con los pies descalzos en el agua. En el corrillo que había en torno a la fuente, las vecinas seguían conversando.

 

Después de La piqueta, varias de sus novelas fueron prohibidas en España (Al regreso del Boiras, Los vencidos) o pasaron desapercibidas para la crítica (En el segundo hemisferio, Ocho, siete, seis), a pesar de sus méritos literarios.

Además, escribió también poesía y cuentos. Entre estos destaco el microrrelato El caballo y el hombre. Este segundo texto de Ferres es un sugerente cuento que nos muestra unidos al hombre y al caballo frente a un destino cruel, en medio de un panorama violento y desolador.

 

EL CABALLO Y EL HOMBRE

 El caballo herido y jadeante había llegado buscando un espacio verde imposible.

 El hombre oyó los pasos y vio la silueta borrosa del caballo.

 Hacía días que arrojara las armas, dejándolas caer una a una por el suelo. No sabía a qué sitio dirigirse en aquel cruce de calzadas medio cubiertas por la arena, en un territorio desierto y sin árboles. Le dolía la pierna izquierda, hinchada, con coágulos negros de sangre. Y le latían las sienes. Quizás, lejos, donde temblaba estremecido el aire, estuvieran las inmensas llanuras verdes por las que vagaban las almas nobles de los hombres. Se sentía perdido. Pensó en el caballo, que resoplaba un trecho más allá. Le dio más pena aún saber que era un caballo enemigo. Parecía que el sol estaba tan alto esa tarde, que no fuera a oscurecer nunca en la vida. Oyó los resoplidos del caballo, y vio que se acostaba junto a una pequeña roca blanca que emergía de la arena. El animal sabría, aunque fuese entre sueños, si empezaban cerca los extensos prados. O a lo mejor serían pueblos verdaderos llenos de mujeres, de niños y ganados. Recordaba los enormes poblados con las mujeres saltando las hogueras, los tapiales frescos con las fuentes, y el portal de la casa de su madre en la última ciudad en la que él había sido niño.

 Tenía tanto calor y sentía tanta fatiga, que anduvo a gatas, hasta meter la cabeza debajo del cuerpo grande del caballo. Estaba allí, pegado al sudor frío, escuchando los latidos del corazón del animal. Podía ser que el caballo sintiera la gloria de las tierras verdes y de los arroyos rumorosos, sin arneses, ni dueño. Pero para el hombre eran campos que daban miedo, porque no surgían como los oasis y las llanuras de la Tierra, donde había pueblos y torres. El hombre cerraba los ojos en la frescura del sudor del caballo, y temía ver las sombras de los muertos. Si aguardaba un poco, desfilaban por dentro de sus ojos rostros de hombres y mujeres desconocidos. Como había en las ciudades. Caras de gente viva que pasaba de largo en una existencia casi interminable.

 Así quería esperar, mientras resollara el caballo. Solo sentía cierta dificultad en el pecho, un pequeño ahogo. Rozaba con la yema de los dedos el cuerpo del animal. Sabía que el latido del corazón del caballo era como el latir de todo lo que existía, del entero Mundo. Así pasó un largo tiempo. Y seguramente también el animal sentía su mano suave, y la unánime vida. Ambos en aquella tregua. Los ojos cerrados en la penumbra, mientras el hombre seguía viendo pasar las caras. A veces, caras de niños que huían hasta deshacerse en otros rostros. Y de nuevo la calma, el frescor de la marcha de gente como él, seres humanos que seguramente iban buscando otros territorios con bosques y con ríos, o con ansiosos mares.

Tenía que hacer larga aquella espera junto al cuerpo del caballo, en el hueco en sombra del desierto. Luego, vendría una oscuridad brillante, un estallido de lumbre y deseo. El caballo y el hombre en el espacio infinito donde estuvieron siempre.

Comprensión de texto

01. ¿A qué edad falleció Antonio Ferres según el texto?

      a. Noventa y seis años.

      b. Ochenta y seis años.

      c. Cien años.

      d. Setenta y seis años.

02. ¿Qué consecuencia tuvo la censura franquista y su alejamiento de los círculos oficiales para Antonio Ferres?

     a. Una beca literaria del gobierno.

     b. Grandes ventas de sus libros.

     c. Un gran reconocimiento internacional.

     d. Marginación y olvido.

03. ¿Qué novela de Antonio Ferres lo consolidó como uno de los autores más representativos del realismo social español?

    a. La piqueta.

    b. La ciudad y los perros.

    c. El Jarama.

    d. Cuentos del libro de la noche.

04. ¿En qué lugar de Madrid de los años cincuenta se ambienta 'La piqueta'?

    a. El mundo de las chabolas entre Usera y Orcasitas.  

    b. El centro histórico de Madrid.

    c. Barrios de la clase alta.

    d. Zonas rurales alejadas de Madrid.

05. ¿Cuáles son algunas de las problemáticas que 'La piqueta' aún retrata con actualidad más de sesenta años después?

    a. Los desahucios, la emigración y la injusticia.

    b. Los conflictos bélicos internacionales.

    c. La riqueza y el bienestar social.

    d. La industrialización y el desarrollo tecnológico.

 

sexta-feira, 11 de julho de 2025

HOMENAJE: EN RECUERDO DE RAFAEL SÁNCHEZ FERLOSIO - CON CLAVE DE RESPUESTAS

 HOMENAJE: EN RECUERDO DE RAFAEL SÁNCHEZ FERLOSIO

 

Como recuerdo de Rafael Sánchez Ferlosio, fallecido hoy a los noventa y un años, os dejo estos aforismos seleccionados por El periódico. Además de por sus novelas (Industrias y andanzas de Alfanhuí, El Jarama, El testimonio de Yarfoz) o por su obra ensayística (Mientras no cambien los dioses, nada ha cambiado; Vendrán más años malos y nos harán más ciegos), el autor, miembro de la generación de los cincuenta, sobresalió en el cultivo del aforismo, ese género breve al que él llamaba «pecios», como los restos de una nave naufragada o de lo que iba en ella. 

 Fuente:https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhGlnv_g_rVq8YhjgS7iDQKxY7e3e47oUWMrgww0TCbewI0LLIMvRZ9387b3DrfJWupsiXJ2Rwg-OB4SzUmjHcsrta72yzJavoLX-xUHyJZjbh82uTXcktFOE9UtUEghgnpX05eSB3eDDCIlc_f-wO8r2gQzhUtuTkISmsNejHkX5Ybb5fKGXqeFX1_2Io/s1600/rAFAEL.jpg


Son apuntes breves que le permitían reflexionar en torno a sus obsesiones (la cultura, la educación, la lengua, la política, España, el consumismo, la guerra, el deporte,...), empleando diferentes registros (desde la indignación a la ironía, desde el humor al lirismo).  Están recogidos en Campo de retamas, delicioso volumen  al que pertenecen los pecios seleccionados y que se abre con estas palabras:

Desconfíen siempre de un autor de «pecios». Aun sin quererlo, le es fácil estafar, porque los textos de una sola frase son los que más se prestan a ese fraude de la «profundidad», fetiche de los necios, siempre ávidos de asentir con reverencia a cualquier sentenciosa lapidariedad vacía de sentido pero habilidosamente elaborada con palabras de charol. Lo «profundo» lo inventa la necesidad de refugiarse en algo indiscutible, y nada hay tan indiscutible como el dicho enigmático, que se autoexime de tener que dar razón de sí. La indiscutibilidad es como un carisma que sacraliza la palabra, canjeando por la magia de la literalidad toda posible capacidad sugerente.

 Lo más sospechoso de las soluciones es que se las encuentra siempre que se quiere.

***

Los hombres matan, la poli abate.

***

¿Quién soy yo para ponerle riendas, como a caballo propio, al que he de ser mañana?

***

¿De verdad que tiene usted raíces? ¿Y qué se siente? ¿No es desagradable?

***

Entre la injusticia de insultar al prójimo y la indignidad de sonreírle hay un discreto término medio: mirar a otro lado.

***

El presente se pone en manos del futuro lo mismo que una viuda ignorante y confiada se pone en manos de un astuto y deshonesto agente de seguros.

***

No hay que tener miedo: el mundo es fuerte y siempre vuelve a la normalidad.

***

El que quiera mandar guarde al menos el último respeto hacia el que ha de obedecer: absténgase de darle explicaciones.

***

La voz más pobre se hace siempre la más autoritaria: no consiguiendo ya ser entendida, tiene que resignarse a no ser más que obedecida.

***

Cuando la acción se ha vuelto inercia y rutina, ya solo la omisión es resistencia, deliberación y libertad.

***

Naturaleza y civilización... Pero, decidme: ¿qué es más naturaleza: un león persiguiendo a un antílope en el Parque Nacional de Tanganika o un gato persiguiendo a una rata bajo la luz de los faroles junto a la interminable pared del matadero?

***

El fascismo consiste sobre todo en no limitarse a hacer política y pretender hacer historia.

***

El miedo a la muerte es lo que, al fin, hace a los hombres temer y acatar al Estado hasta la indignidad. Porque es una bestia que muere matando, todos la odian viva, pero más les aterra moribunda.

***

Esto que llamamos España no tiene posible definición ni descripción. Es, como decía categóricamente don Jacinto, una pieza de museo.


Comprensión de texto

01. ¿Por qué géneros literarios fue principalmente conocido Rafael Sánchez Ferlosio, además del aforismo?

   a. Poesía y teatro.

   b. Novela y ensayo.

  c. Cuento y biografía.

  d. Crónica y artículo de opinión.

02. ¿Cómo denominaba Rafael Sánchez Ferlosio a sus aforismos y qué significado les atribuía?

  a. Los llamaba "fragmentos", como ideas incompletas.

  b. Los llamaba "versos", por su musicalidad.

  c. Los llamaba "pecios", como restos de una nave naufragada.

  d. Los llamaba "máximas", por su carácter moralista.

03. Según el texto, ¿cuáles de los siguientes temas eran obsesiones recurrentes en los aforismos de Ferlosio?

  a. La ciencia, la tecnología y el medio ambiente.

  b. La cultura, la educación, la lengua y la política.

  c. La economía, la salud y la religión.

  d. El arte, la música y la danza.

04. ¿En qué volumen se encuentran recogidos los aforismos de Rafael Sánchez Ferlosio mencionados en el texto?

   a. El Jarama.

   b. Mientras no cambien los dioses, nada ha cambiado.

   c. Campo de retamas.

   d. El testimonio de Yarfoz.

05. ¿De qué advierte el primer aforismo seleccionado de Rafael Sánchez Ferlosio en el texto?

   a. Del peligro de la ignorancia.

   b. Del fraude de la "profundidad" en textos de una sola frase.

   c. De la necesidad de tener raíces.

   d. De la importancia de la obediencia.

 

 

 

 

HOMENAJE: EN RECUERDO DE PAUL AUSTER - CON CLAVE DE RESPUESTAS

  HOMENAJE: EN RECUERDO DE PAUL AUSTER   Ayer  murió Paul Auster , uno de los grandes novelistas de los últimos cuarenta años. Esta entr...