Artículo: Ánimo
Juan José Millás
Tomo notas, indistintamente, con un
bolígrafo o con un lápiz colocados junto al ordenador, sobre un cuaderno
escolar, de rayas. Al lápiz hay que sacarle punta de vez en cuando, lo que
constituye una actividad artesanal que sirve también para la reflexión. Pero la
diferencia más notable entre él y el bolígrafo es su modo de perecer. El
bolígrafo no cambia de apariencia ni siquiera cuando se encuentra en las
últimas. Y deja un cadáver tan curioso que nadie diría que está muerto si no
fuera porque no pinta nada ya, aunque resucite a veces de improviso y trace un
par de líneas, incluso un párrafo, antes de volver a expirar. La gente se
resiste a desprenderse de los bolígrafos vacíos porque continúan como nuevos.
Sólo se consumen por dentro, en fin, y siempre se acaban a traición, como el
butano. El lápiz, en cambio, agoniza por dentro y por afuera a la vez, y deja
un cadáver mínimo, un detrito del que uno se deshace sin ningún sentimiento de
culpa. Punto y aparte.La naturaleza presenta casos semejantes al del bolígrafo.
Ahí está el caracol, que envejece sin una sola arruga exterior, sin un
fruncido. Y no hay que sacarle punta cada poco: él mismo, mientras vive, asoma
los cuernos al sol, caracol quiscol, y una vez muerto, si te encuentras la
concha en un tiesto o en el agujero de un árbol, la guardas en el bolsillo y al
llegar a casa la colocas junto a los bolígrafos difuntos. Tenemos una pasión
curiosa por la cáscara, de ahí la afición a las cajas, sobre todo a las cajas
fuertes. Hay personas que coleccionan pastilleros vacíos, que viene a ser lo
mismo que guardar bolígrafos sin tinta, con los que sólo se pueden escribir
poemas inexistentes, que muchas veces son los mejores.
Pese a todo, tal vez sea más digna la
actitud existencial del lápiz que la del bolígrafo, la de la babosa que la del
caracol, aunque no dejen cáscara para los arqueólogos. Conviene sacarse punta
cada mañana, pese al espanto de ver cómo se agota uno. Lo complicado de sacarse
punta es saber cuánto te tienes que afilar para escribir lo suficientemente
claro sin romperte antes de que hayas acabado la novela o la vida. Pero eso
constituye un ejercicio de conciencia, y quizá de consciencia, bastante
saludable. Ánimo.
MILLAS, Juan José. Ánimo.
El País, Tribuna, viernes, 7 enero,2000. Disponible em: http://elpais.com.es (acceso em19 jan.2015).
Fonte: Maxi: espanhol,
volume 1 /Marli Rumiko Hamada Borges.-1.ed. – São Paulo: SOMOS Sistema de
Ensino, 2017.p.48.
Tejiendo el texto
01. (Unibrasil-PR)
Pela leitura do texto podemos afirmar que a profissão de Juan José Millas é a
de:
a) Desenhista.
E por isso a sua preferência pelo lápis.
b) Matemático.
E usa um caderno escolar, com linhas, para fazer as contas.
c) Engenheiro.
E por isso trabalha com o computador.
d) Professor.
E usa a caneta até acabar.
e) Escritor. E usa indistintamente lápis e caneta.
02. (Unibrasil-PR)
De acordo com o texto, sobre as semelhanças e diferenças do lápis e da caneta é
correto afirmar:
a) Segundo
o autor, os dois possuem uma maneira semelhante de perder a utilidade.
b) A “morte”
do lápis é mais visível que a “morte” da caneta, já que pode ser vista
externamente.
c) A
caneta possui a capacidade de “ressuscitar”, o que não acontece com o lápis.
d) Sentimo-nos
mais culpados de nos desfazer de uma caneta acabada que de um lápis.
e) O lápis anuncia a sua “morte”, enquanto a caneta acaba sem dar aviso
prévio.
Nenhum comentário:
Postar um comentário